Uno de los retos a los que se enfrenta el Controller es conseguir que, en los procesos, las cuestiones económico-financieras estén acompañadas de otras que tienen un impacto social y medioambiental. Sin embargo, no es una tarea fácil. Someterlas a un proceso de control tampoco. De aquí que , desde la década de los noventa, han sido frecuentes las iniciativas que han tratado de sistematizar las cuestiones implícitas en el concepto de sostenibilidad. Entre ellas, la Global Reporting Initiative (GRI) ha destacado por su gran acogida y reconocimiento a nivel internacional.
En nuestro país, un 90% de las grandes empresas siguen este estándar para decidir las cuestiones que deben ser incorporadas al análisis de la responsabilidad social y la sostenibilidad.
Actualmente, la guía está ya disponible en su cuarta versión y han ido apareciendo suplementos sectoriales que permiten adaptar la guía general a las empresas de sectores concretos como el financiero, automoción, aeropuertos, minería… Para cada una de las dimensiones de la sostenibilidad, GRI ha desarrollado una serie de protocolos acerca de las cuestiones relevantes que deben ser controladas. Además, para estandarizar los procedimientos de medición y seguimiento de la sostenibilidad, GRI ha diseñado un sistema de KPI homogéneos que puedan ser comparables y que constituyen una buena herramienta para el control de la sostenibilidad y la evaluación del desempeño.
Estos indicadores se agrupan en torno a tres categorías: economía, medio ambiente y desempeño social. Previamente, las empresas deben reflexionar acerca del ámbito al que se van a aplicar los indicadores, el perfil de la organización y su estrategia, así como quiénes van a ser los responsables involucrados, al ser la sostenibilidad un asunto transversal, lo que exigirá un esfuerzo de coordinación que podría estar liderado por el Controller.
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